lunes, 23 de febrero de 2009

La sombra de los olivos


Estando en una ocasión en el cortijo “Las Yucas” con mis vecinos José y Trini, duchos en la materia de la tertulia sana y de los chistes picantes, amén de conocedores de alguna de las historias que aquí voy a contar, vino a colación la llegada de un nuevo libro a su biblioteca.

Se lo comenté a mi amigo Ricardo y, gracias a él, no tardé en conseguirlo y además dedicado. Me puse a leerlo y releerlo en estos cortos, lluviosos, desapacibles y fríos días del largo invierno, junto a la chimenea.

“Quise contarte” es su título, pero creo que eso es lo de menos. Lo realmente interesante en él es la fabulosa historia real que lleva dentro, dibujada a pinceladas de hermosos colores en forma de verso, creando unos poemas de una real, nostálgica y triste belleza.

Su autor, un joven octogenario que nació y vivió en el aislado, agreste y virginal paraje natural de "El Brosque" de Villanueva del Rosario, (lugar donde ahora vivimos nosotros), cuando la comunión con la naturaleza casi virginal (la tierra, el cielo y el agua) era cosa común en los hombres del campo, ... los jornaleros.  Su nombre es Lorenzo Molina Gutiérrez.

Y digo lo de joven porque su capacidad de crear, memorizar y conectar dos mundos aparentemente distantes, representados por el mundo de la literatura y el que rodea a un modesto y humilde hombre de campo, que utiliza todos los sentidos para esta creación, no está al alcance de cualquiera.

Para ello ha utilizado versos como herramienta de seducción y oportuno aliento vital en su resignado espacio vacío, creado por el paso del tiempo, la suma de recuerdos, la consecuente ausencia de sus antepasados y de la mujer que le acompañó en vida, Antonia, musa de este poemario.

Pero volvamos al principio.

Su infancia en familia fue compartida con once de sus hermanos y hermanas, su madre y su padre, jornaleros. A sus diez años, por unas veinte o treinta veces, fue andando por trochas y vaguadas a la escuela, hasta que estalló la Guerra Civil. En la guerra durmió en la cueva del Malnombre y sufrió los padecimientos de las gentes de aquel período, que veían como las luchas fraticidas, las envidias y los rencores, eran aprovechados para hacer injusticias y dejar familias añorando seres queridos.

A los veinticuatro años acabó el servicio militar y, con la llegada del agosto, Lorenzo fue contratado para las tareas agrícolas como ayudante de mozo en la propiedad Huerta Cabello de Villanueva del Rosario, donde vivía Antonía Fernandez Sillero, casada con Paco, un hombre bueno que estaba enfermo del corazón y que fallecería unos meses después.

Al año siguiente volvió nuevamente al mismo trabajo, esta vez como mozo, y pudieron aflorar unos sentimientos que, al modo de decir de Lorenzo, se diría que le llegó “eso que entra y si hay alguien que lo sepa explicar que lo explique”. Y así, pasado un tiempo, Lorenzo se acercó a la casa de Antonia que se encontraba acompañada de la “mandaera” y le ofreció su amor, a lo que ella contestó que sí, que se quedara. Y desde entonces, más de cincuenta años, han estado unidos y compartiendo sus vidas.

Lorenzo siempre ha sido poeta, creando y memorizando poemas que, ahora que está sin Antonia, en compañía de unos amigos recitó para ser grabados y posteriormente editados.
Este es el primer poema de la publicación.

El tiempo pasa
El tiempo pasa que vuela
aunque tú no tengas prisa;
de aquello que fue candela
ya sólo quedan cenizas.

El tiempo es como un niño,
que está lleno de ilusión;
a veces es un mendigo,
sin albergue y sin amor.

Yo soy amigo del tiempo,
de este tiempo transcurrido
y de aquel que no ha llegado,
sin haberlo conocido.

Yo soy amigo del tiempo,
él me escucha atentamente,
le cuento todas mis cosas,
aunque él no me dice nada
mientras le beso la frente.

Yo soy amigo del tiempo
porque siempre está a mi vera,
en invierno y en otoño,
en verano y primavera.

El tiempo ya ha pasado,
atrás queda en la memoria
como un sueño lejano
y ahora bebo de la fuente
de aquel arroyo salado.

Recuerdos y más recuerdos,
grabados en mi memoria,
cada día les doy vueltas
como el agua da a la noria.

Y aunque yo quiera volver
atrás con el pensamiento,
por muchas voces que pego,
la puerta ya está cerrada
y no me escucha su dueño.

El camino ya está andado
solo me falta llegar
y si me he equivocado
no puedo rectificar.

El Camino ya está andado,
es la meta de la vida,
y tu siempre has de perder
ella siempre ha de ganar
con las cartas boca arriba

Y así han pasado los dias
y así han pasado los años
y con las manos vacias,
a esa meta de la vida
solo traigo desengaños.

Pero cuando llegue el día
en que estos ojos se cierren,
benditos, benditos sean,
para siempre,para siempre.

Pues aunque tú no lo creas,
te pillará descuidado;
no beberas de la fuente
ni pasará por tu mente
agua de arroyo salado.

Lorenzo MOLINA GUTIERREZ


El pasado dia 20 de febrero estuve con él. Estaba sentado en una piedra al sol, junto a la puerta de su cortijo. Su semblante era animado y se mostraba contento, el día anterior había visto llegar la primera golondrina de la temporada. Ahora, dijo, son sus compañeras, adornan las vigas del patio con un buen número de nidos y alegran la vista con su vuelo acrobático.

Estuvimos hablando un buen rato. Me mostró alguno de los cuadros que había pintado y repasó alguno de sus recuerdos, me impregnó de su mágica vara para entender su forma de ver la naturaleza y me recitó dos poemas que no había publicado y no conocía “naide”. Uno de ellos para Antonio Gala, escritor que guarda entre sus libros este pequeño poemario lleno de belleza, y otro acerca de las ensoñaciones de un poeta dormido a la rivera de un riachuelo. Fue un momento maravilloso.

Tuve que despedirme, las labores me obligaban a salir dirección Málaga. Me acompañó hasta la puerta, mostrándome antes su colección de piedras y flores de montaña que atesora en el jardín.

Y me viene a la memoria 
esa maravillosa y tierna película de Michael Radford, donde se desarrolla la vida del escritor chileno Pablo Neruda, en su destierro. Especialmente el  momento en que le contestaba el cartero (Massimo Troisi) a las críticas que le hacía Pablo Neruda (Philipe Noiret) por el uso que hacía de sus metáforas y poemas, diciendo:

la poesía no es de quién la escribe, es de quien la necesita”.

Datos del libro:
Nombre: “Quise contarte”.
Autor: Lorenzo MOLINA GUTIÉRREZ
Colección Viento Solano
Edita. Ateneo de Málaga

A.O.S.

P.S. Gran parte de la información sobre él y su historia de poesía y amor, la he encontrado en la publicación “Quise contarte”, y lo he tamizado a mi manera.      "La Cañada del Sacristán"

miércoles, 4 de febrero de 2009

La Hoz del Arroyo Marín o del Ciervo. Rutas y senderos I.

Panorámica de El Brosque desde El Pirineo.

Con estas rutas quiero ofrecer un punto de encuentro de todos aquellos que desde las mas diversas inquietudes se sientan atraidos por las viejas y nuevas rutas, buscando el eco de los caminos, recordando la vieja estrata que subsiste bajo el asfalto igualador, rescatando algunas del olvido y descubriendo otras, con el único propósito de provocar ensoñaciones y disfrutar de las mismas en buena compañía.

Este camino une el Cortijo La Cañada del Sacristán con la Ermita de La Virgen de Gracia, patrona del encantador pueblo de Archidona (Conjunto Histórico Artístico), recorrido que en su mayor parte está señalizado como sendero PR.A 157, y recorre una de las partes mas “civilizadas”(se camina a la vera de cortijos), pero interesantes del Paraje de El Brosque, así como parte del espacio natural del arroyo de los molinos, ahora Marín y antes del ciervo, de gran interés faunístico, botánico, geológico y paisajístico.

Su recorrido es de apenas 13 km. y debido a alguno de sus tramos, donde la dificultad sería máxima en el uso de la mountainbike, es recomendable hacerlo a pie, por supuesto, bien pertrechados para un recorrido de aproximadamente tres horas y media.

Nos ponemos en marcha: salimos del cortijo y siguiendo el camino de entrada de la finca nos dirigimos a la izquierda, pasando el huerto, la casa de aperos de labranza y el vergel. Pasamos la casa Las Yucas, siguiendo su camino de acceso y tomando la segunda bifurcación a la derecha. Continuamos el camino sin desviarnos, pasando una portada de forja con columnas de piedras; más adelante el cortijo “La Paloma” y su “artístico” gallinero. Aquí cogeremos, a la derecha, una vía principal de El Brosque, igualmente sin asfaltar.




Continuaremos en este carril sin desviarnos durante aprox. dos kilometros, subiendo y bajando suaves lomas, pasando el cortijo “El Pantano”, los depositos del agua sitos en el alto del Cerro de la Cruz (que dejamos a la derecha), el cortijo “La Serena” y más adelante el enorme cortijo de “Los Gómez”, a la izquierda.
Cortijo "Los Gomez"Descenderemos suavemente a una gran explanada cerealista que acompaña el camino a ambos lados, salpicada por enormes encinas, que le dan un sabor a dehesa. Al fondo, antes de girar a la derecha (como nos mandaría el camino en su giro de 90º), seguimos el camino secundario situado al frente, que se halla rodeado por los troncos de un bosque de almendros talados.
Vista de Archidona desde El Pirineo, con la ermita en su parte superior.
Al fondo de la imagen discurre el arroyo Marín.
Recorridos unos cuatrocientos metros, veremos la reconstrucción del Cortijo de Calasena, junto al cual pasaremos. Sin abandonar el camino, seguiremos durante casi otros dos kilometros y medio, teniendo siempre a la izquierda la Loma del Pinar (Los Pirineos), coronada de pinos y salpicada su ladera de almendros y algunos olivos. Tras la loma se halla el arroyo que posteriormente recorreremos, moldeándolo en forma de hoz.

De esta manera llegaremos a la cortijada de La Saucedilla, que dejaremos a la derecha, y desde la que se observa la carretera que nos conduce a Archidona. Al pasar la cortijada tenemos un camino a la izquierda, más estrecho y cruzado por una cadena, así como una señalización desgastada por el uso continuado como amarre de animales. La cogeremos y comenzaremos el descenso, dejando las desviaciones que pudieramos encontrar a la derecha.

Cortijo "La Saucedilla"

Esta es la parte mas dificultosa, por la estrechez del camino y la acusada pendiente con la que termina, pero en la que disfrutaremos de las más hermosas vistas del arroyo con el bosque en galería de álamo blanco, encinas y otras especies que lo arropan; de la ermita coronando la zona amurallada de Archidona y rodeados de un frondoso bosque de pino carrasco que nos ocultará, si no estamos atentos, una gran variedad de aves y escurridizos animales como el lagarto ocelado, el tejón, la cabra montesa, la gineta y el jabalí.

Al final del descenso nos encontramos con el arroyo que deberemos cruzar, cosa nada fácil si está crecido, debiendo buscar un paso de piedras suficientemente altas para vadearlo. En este lugar podríamos ver alguna especie de garza, los cachos o cachuelos, ciprínidos típicos de estas aguas, así como al sapo común y el sapillo moteado.

Al remontar la vereda del arroyo veremos las ruinas del cortijo Pilatos, pero nuestro camino amplio y sin asfaltar estará a la derecha. Antes de cruzar el cauce tomaremos un estrecho camino a la izquierda, que serpentea a la izquierda del arroyo y nos irá elevando por las laderas de Peñas Prietas hasta dejar los cortijos y casas de campo, abajo y a nuestra derecha. En constante subida nos recibirá Archidona, con un pequeño polígono, llamémosle industrial..


Subimos por la Avenida de Andalucía, que nos separa del casco urbano, llevándonos hasta los llanos de la localidad, lugar donde su cruza la Avenida con la C/ Virgen de Gracia y la Avenida Pablo Picasso. En este punto veremos a la izquierda la subida a la Ermita, antigua mezquita del S.IX (única que se conserva en la provincia de Málaga), lugar desde el que disfrutaremos de unas hermosas vistas en todas direcciones, con la vega de Archidona y la legendaria Peña de los Enamorados en primer plano, y al fondo El Torcal de Antequera, enmarcando la cercana localidad de Antequera.

Es más que recomendable no dejar pasar la oportunidad de visitar la localidad, llegarse hasta la Plaza Ochavada, visitar el museo de La Cilla, la Plaza de Santa Ana y sus aledaños.

No nos arrepentiremos si hemos reservado mesa en el Hotel - Escuela donde se ubicaba el antiguo convento de Sto. Domingo, y dejamos que nos agasajen con un menú degustación con los productos y esmerados platos de la cocina tradicional archidonesa.

Murallas y Ermita de la Virgen de Gracia (Archidona)


www.canadadelsacristan.com
A.O.S.

P.S.: desde aquí lánzo una botella al mar, para que aquellos que deban tomar cartas en el asunto cataloguen este espacio para evitar las tropelías que en el momento actual se están llevando a cabo, con la connivencia de la administración local, que no solo lo tiene abandonado, sino que permiten destrozar su entorno con una cantera que por dias desfigura y devora tan hermoso lugar.